Su rancho ubicado en un populoso barrio de Yopal se le quemó hace 2 meses
El 21 de junio pasado, Maryi, quien es guarda de seguridad, estaba en su turno de media noche cuando recibió la llamada de una de sus hijas. “Mamá se incendió la casa”, le dijo.
Maryi entró en shock. Salió ‘volada’ para el barrio, nerviosa, llorando y angustiada.
Cuando llegó a su cuadra en el barrio Salomé 2, vio que su vida se había vuelto cenizas. La casa estaba en llamas, se escuchaban ‘totiar’ las tablas de las camas, veía cómo el viento devoraba los colchones y su ropa, y miró a los bomberos ‘guerriar’ con las mangueras y el agua, tratando de contener las llamas.
Y ella, seguía ahí, aferrada a la esperanza por salvar algo, y sin poder contener sus lágrimas que se mezclaban con la voz entre sollozos: la nevera, la nevera.
Cuando el fuego calmó, quedó volando en el barrio el olor a humo, y en la oscuridad se perdía Marly en un rincón, sentada sobre unas piedras, abrazada a su hija y a unos vecinos.
Ya era de madrugada. Sus pensamientos rondaban con preguntas ¿qué sería de su vida, donde dormiría, qué haría en adelante?
Para su fortuna Cielo Barrera (la Gestora Social de Casanare), gestión de Riesgo Departamental, Avizor (la empresa para la cual trabaja) líderes comunales, vecinos y muchas personas más, le tendieron la mano. No al dejaron sola.
Se fue a vivir donde una vecina que le arregló un rinconcito de su vivienda a 2 cuadras de la suya, recibió ayudas de mercado y ropa, y se fijó la meta de echar para adelante.
Y así fue. Hoy 2 meses después de esa madrugada negra, recibió una ayuda más: 20 millones de pesos por parte de funcionarios de la Gobernación, que, sumadas a otras ayudas, le permitirán terminar su vivienda, en la cual ya tiene invertidos unos $50 millones obtenidos de un préstamo y de los ángeles que se le atravesaron en su camino y que no la dejaron sola.
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